La identidad que hoy llevamos en esta vida, es una expresión divina y temporal, que al mismo tiempo nos conecta con Nuestro Padre y con una identidad más extensa y maravillosa de lo que podemos imaginar, de un pasado como hijos amados con un origen divino, un futuro glorioso, y sobre todo, un presente maravilloso, único, irrepetible y lleno de todos los colores de la creación de Dios.