Sagrada Escritura
Decirle a nuestra juventud que cualquier actividad sexual es equivalente a un asesinato y amenazarlos con la ira de Dios no solo es deshonesto: es destructivo. Nuestra juventud quiere hacer las cosas correctas; creen en sus padres y líderes de la iglesia. Su espiritualidad, al igual que los aspectos emocionales, sociales, intelectuales y sexuales de sus vidas, está experimentando un desarrollo rápido y precario. No son tiempos de exageraciones infundadas y amenazas de condenación.
No son las contingencias de las que dependen los seres humanos para clasificarse unos a otros lo que importa en el esquema eterno de las cosas, sino la fe y la lealtad a Dios.