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Mi historia de fe y autoaceptación

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7 de agosto de 2015

Por Joaquín Bustamante, presidente, Afirmación - Chile

En mi oficina, he mirado hacia atrás en mi vida hasta ahora y estoy infinitamente agradecido por todo lo que el Padre Celestial me ha dado.

Nací en un pueblo llamado San Vicente de Tagua Tagua, ubicado en la región de O'Higgins en Chile. Soy el mayor de tres hermanos y con ellos y mis padres crecí inmensamente feliz y rodeada del amor de la familia. Me bauticé en la Iglesia muy joven. Mi familia me apoyó en mi decisión, y luego decidieron tomar el mismo camino, a excepción de mi hermano mediano que, a pesar de no ser miembro de la Iglesia, continuó con los valores y principios de excelencia inculcados por mis padres en cada uno. de nosotros.

Fuimos sellados en el templo de Santiago como una familia eterna y mi familia y yo hemos tenido la oportunidad de servir en varios llamamientos en la Iglesia. A los 19 años dejé mis estudios para servir en una misión. Me llamaron a la Misión La Paz Bolivia, donde mi amor al prójimo pudo crecer y mi testimonio del evangelio se fortaleció aún más.

Al regresar de mi misión, continué una vida normal de estudio y trabajo, mientras continuaba sirviendo en la Iglesia. Desde que tengo memoria, en mi primera infancia, siempre me atrajeron las personas del mismo sexo. Nunca compartí esto con mis padres. A pesar de que siempre me sentí diferente, siempre me trataron con amor. Tenía 25 años cuando decidí contárselo a mis padres y al resto de mi familia.

Todo el sufrimiento que había sentido dentro de mi vida entera siempre había sido aliviado por la amorosa familia que mi Padre Celestial me había dado, y también por el Evangelio de Jesucristo. Mi familia aceptó mi orientación y me apoyó en cada paso de lo que siguió. Nunca me juzgaron. Al contrario, siempre estuvieron conmigo.

El 2 de mayo de 2015 fui llamado como presidente de Afirmación Chile y continúo sirviendo de manera voluntaria con mis hermanos y hermanas que necesitan ser apoyados y fortalecidos en su camino de autoaceptación y reconciliación con la espiritualidad.

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Puedo decir que para siempre y hoy a los 36 años mi vida es hermosa, aunque como todos los seres humanos he tenido que enfrentar oposición. Nunca dejé de creer en Jesucristo. Tengo un testimonio firme de la Iglesia. Sé que las escrituras antiguas y modernas pueden guiarnos en nuestra vida. Sé firmemente que no importa dónde estemos, sino que lo importante es servir al prójimo. En Afirmación tengo esta oportunidad de dar amor y dedicar mi tiempo a una obra de amor y excelencia.

Estoy convencido de que en esta vida puedes ser feliz siendo gay y mormón. Creo que todo el mundo nace con los dones y sentimientos que Dios quiere que tenga cada uno de sus hijos. Él te acepta tal como eres y te ha convertido en una persona libre que puede ir reconociendo y respetándote a ti mismo y a quienes te rodean. Nuestro deber es educar y enseñar a cada una de las personas que conocemos a lo largo de nuestra vida.

No hace mucho, una persona muy especial en mi vida me dijo cómo veía todo lo construido y me di cuenta de lo valioso que era todo eso. Me di cuenta de que tenía razón, y es cuando miro todo lo que me rodea que me doy cuenta de lo feliz que soy y de cómo no cambiaría mi vida por la de nadie más.

Mi consejo para todos aquellos que tienen dificultades para afrontar esta situación con ellos mismos y con sus familiares y amigos es que sean valientes. Lo único que nos libera en esta vida es la verdad.

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Comentarios de 2

  1. Danny en 11/08/2015 en 11:13 AM

    Me encanta tu historia, creo que es genial que hayas podido encontrar esa paz y amor entre los amigos de la familia y el grupo de afirmación. Con respecto a su historia, tengo una sola pregunta sobre la cual esperaba leer y supongo que las historias de todos evitan esa parte. . . Para mi propia información personal. . . ¿Está teniendo su felices para siempre en el célibe o con alguien del mismo género, comprometido y tratando de vivir los principios del Evangelio lo mejor que puede o? ...

  2. Albert Muro en 01/09/2015 en 4:37 PM

    Gracias por las palabras de inspiración. Hace menos de una semana, cerca de los 52 años, oré pidiendo inspiración, lo que me impulsó a llamar a hermanos en quienes podía confiar. Él aceptaba y apoyaba más fácilmente mis luchas, lo conozco desde hace casi 20 años como miembro convertido. El próximo 30 de junio marcará un logro increíble al haber cumplido 20 años como miembro. Aunque mis luchas han seguido frenando mi progresión, tener a mi amigo con quien hablar me ha demostrado que todavía soy amado por nuestro Todopoderoso Creador y que todavía tengo un gran valor, propósito y promesa. Aunque me duele mucho el corazón porque soy el último de nueve hijos y el único miembro de la Iglesia. Sigo rezando para que no solo sea sino que me sienta verdaderamente digno de entrar a La Casa de Nuestro Señor una vez más. La creencia de muchos miembros de mi familia es que el Salvador como Dios odia a las personas como nosotros que son diferentes y no tienen valor en Su Reino o aquí en la Tierra, que el Infierno es nuestra última parada en nuestro progreso. Así que por eso me quedo en el armario, al menos y en lo más, Él me ama sin un final a la vista y Su Poder Triunfa siempre. Hay mucho más para compartir de mis bendiciones. Las cosas sagradas que he recibido muestran el poder del sacerdocio. Pero, por ahora, oro por toda nuestra vida para seguir bendiciendo a otros con el sacerdocio y el amor de nuestro Salvador, siendo Él el Hijo del Todopoderoso, siendo Jesús el Cristo. A usted y a todos los que lean esto, gracias. Con el Amor de Jesucristo, Hermano Albert Anthony Muro. ¡Desde el soleado sur de California!

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