Una vida congruente con virtudes
Desde pequeño me sentí diferente, como fuera de lugar, un lugar donde las dudas visitaban mi fe constantemente, y ambas se encontraban en gran conflicto. Después de acercarme más a la Iglesia a la edad de 14 años, en una revelación personal que tuve gracias al poder de la oración, pude sentir que esto que soy no es nada malo, es un privilegio, un privilegio de poder enseñar a los demás que existimos, que somos también hijos de Dios y que él nos ama.
Tiempo después, en el proceso de asimilar sentimientos de frustración, enojo ya la vez alegría de saber quién soy, de saber que no es malo, pero que la sociedad, la iglesia y sobre todo mi familia no lo aceptaba, por cosas del destino, mis padres y hermanos se dieron cuenta de una forma no planeada; en ese momento sintió que les fallaba, sintió que ya no pertenecía más a mi familia y de inmediato mis padres me externaron lo que sentían: “¿Qué hicimos mal?”, lo que me causó mucho dolor y solo pude mantenerme en oración para pedir fuerzas, valentía y paciencia de seguir adelante para poder hacerles ver que no es nada malo, que también soy un hijo de Dios con virtudes y defectos como cualquier otra persona.
Este proceso duró muchos años, actualmente tengo 24 años ya diferencia de otros miembros de la Iglesia, no quise tomar la oportunidad de servir a una misión; no sé si afortunadamente o no tan afortunadamente, tomé esa importante decisión. En mi interior me preguntaba ¿Por qué voy a predicar algo en contra de lo que creo? que ser como soy no es malo; era como traicionarme a mí mismo, sintió que si iba a predicar algo en lo que no creía, era como retroceder y todo el esfuerzo de concientización a mi familia habría sido en vano.
Otra situación que más importancia tuvo en mí durante el de aceptación y equilibrio, fue cómo conservar la espiritualidad, constantemente me preguntaba ¿cómo hacer que mi espiritualidad no se apague? Lo que puedo compartirles de ello es que Dios está en todas partes y toda creación de Dios tiene un propósito, y yo, así como tú, tenemos un propósito, decidimos vivir en estos tiempos para poder enseñarles a nuestros hermanos y ayudar a otros a ver que somos únicos e importantes hijos de Dios, que el poder de la oración es un medio muy poderoso para poder seguir alimentándonos espiritualmente.
Dios tiene un propósito para cada uno y ese propósito se conoce cuando tienes esa comunicación directa con él. Hoy en día soy muy feliz, tengo a personas muy especiales a mi lado que me brindan de su amor y su forma tan bella de ver la vida, sé que puedo contar con mi familia, con todas las subidas y bajadas que la vida y Dios nos brindan para aprender y progresar; es bueno siempre reflejarlo con aquellos a quienes conocemos, mi familia todavía está en proceso de entendimiento y de más sobre mí (sobre nosotros).
Quitar prejuicios e invitar a los nuestros a conocernos es parte fundamental para ir desvaneciendo ese velo que distorsiona la verdad y no nos permite ver más allá.
La Iglesia cambia sus políticas, y eso indica una cosa, que tenemos mucho trabajo por delante, hacerles ver que ese mapa tiene más caminos muy bellos, que nos hacen progresar de una forma increíble para poder al mismo destino, es decir, llegar con Dios .