Acerca del amor
A veces no comprendemos la naturaleza del amor porque tenemos una manera equivocada de entenderlo.
Empecé a ir a la Iglesia con mis padres cuando tenía cuatro años de edad y muchas veces escuché desde el púlpito hablar sobre el amor a otros miembros y líderes de la Iglesia.
Solía escuchar lo que los miembros de una familia, una de las más antiguas con cuatro generaciones de miembros de la Iglesia todos perteneciendo al mismo barrio, enseñaban. Ellos decían (palabras más palabras menos, pero el significado está intacto): «Dios nos manda a amar a todos, pero no nos manda a ser 'el mejor amigo de todos', porque para ser amigos hay que tener afinidad con esa persona, y esa afinidad no surge mágicamente con todas las personas."
Esas palabras me herían, porque siendo estas personas miembros de tantos años no se han tomado el tiempo para hablar conmigo, o conocerme. Sentí que perdí la oportunidad antes de que me la ofrecieran, porque no tenía «afinidad» con ellos. Yo no me vestía con ropa de marca (nunca tuve el dinero suficiente) como ellos; no podía cantar (me gusta cantar, pero sueno como un pato con angina) como ellos, que forman el coro del barrio; y nunca fue fácil para mí superar la incomodidad de estar con las personas que no conozco.
Hace unos días atrás estaba escuchando las reflexiones de un rabino, el Dr. Abraham Twerski, sobre el amor en Youtube. Y él terminaba diciendo «La mayoría de las personas piensan que das a los que amas. Pero esto es falso: Amas a aquellos a quienes das ». Esas palabras me quedaron resonando. Y es que a veces esperamos recibir algo, o sentir afinidad, como los miembros de aquella familia, al conocer a una persona, y no nos damos cuenta que es cuando damos (tiempo, paciencia, o hacer un esfuerzo por servir a esa persona) que el amor surge.
Cuando iba creciendo escuché muchas veces a los líderes y maestros instarnos a buscar buenos amigos, esos consejos también venían acompañados de una lista de personas «aceptables» para ser nuestros amigos: que se vistan según las normas de moralidad de la Iglesia, que no se droguen, que no escuchen música en contra de las normas e ideales de la Iglesia, que no se tatúen, tiñan el pelo de muchos colores, ni se pongan muchos pírsines, que sean moralmente limpios, porque ya sabes, «dime con quién andas… ».
¿Cuál es la consecuencia directa de seguir estos consejos? Que se juzga a las personas si son «dignas» antes de dar siquiera una oportunidad de comprender a la otra persona, y por lo tanto no se siembra el amor. En la universidad, en la clase de matemática, nos instaban a no juzgar una situación en el principio ya que al hacerlo se estaba clasificando los elementos del análisis y así se cerraba la posibilidad de llegar a la verdadera conclusión de los problemas que se nos planteaban . Lo mismo se puede decir de las personas. Durante el tiempo que iba a la universidad me encontré con personas «no aceptables» que he escuchado el evangelio y se he bautizado, y me sorprendí al ver a esas personas comportarse como verdaderos cristianos, tan diferentes a los que subían al púlpito a justificar su falta de amor.
La mejor época, la más feliz que viví dentro de la Iglesia fue cuando esas personas que no encajaban en el molde de la «dignidad» me rodeaban. Muchas veces los escuché lamentarse por haber tomado malas decisiones en su vida adolescente, y agradecían a los misioneros que se acercaban aún si no parecía posible que aceptaran el evangelio dado su aspecto, o sus costumbres (que luego abandonaron, claro).
Para mí, esas personas eran como faros de luz indicando el camino hacia el Señor Jesucristo. Porque eran humildes y caritativas.
Hace unos años atrás dejé de ir a la Iglesia, y me sentí solo, la familia espiritual que había tenido tantos años se había ido, y los amigos que había hecho en mis veintes se distanciado hacía mucho tiempo. Entonces conocí Afirmación y otra vez experimenté lo que es el amor como el de Cristo. Personas que no juzgan sin conocerte, que te dan primero sin esperar nada de vuelta. Personas que ejercen el amor.
Pero ninguna organización está exenta de malos entendidos, y algunas cosas que pueden generar fricciones entre sus miembros. Esto es verdad sobre todo porque Afirmación agrupa personas muy diversas, de diferentes países, culturas y continentes.
Por eso es tan importante que estemos conscientes de la naturaleza del amor, que el amor surge cuando damos, que es necesario dar cada día un poco de lo que salga de tu corazón, una palabra amable, un apretón de manos, dejar un comentario positivo en el post de algún hermano. Y así los lazos de amor entre nosotros serán todavía más fuertes. Más fuertes que la muerte, el tiempo, y los olvidos.
En las propias palabras de Jesús: «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
»Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15: 12-13)
«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
»En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.» (Juan 13: 34-35)
Ojalá podamos dibujar una sonrisa en la cara de Jesús cada día.
Escrito por David Mans