Ser mormón y gay en Colombia: Un entrevista con Azrael Eljaiek
Entrevista realizada por Hugo Salinas
Marzo del 2009
Tú provienes de una familia que ha sido pionera del mormonismo en Colombia, ¿no es así?
Soy la quinta generación de mi familia miembro de la iglesia, aunque ya hay una nueva generación en curso con mis sobrinos. Hice la misión en Santiago de Chile Este, serví y aun sirvo en llamamientos de la iglesia en mi estaca. En mi familia muchos están activos, otros no, y otros saben vivir el evangelio según su corazón.
¿Cómo fue el proceso de aceptar tu orientación sexual?
Es algo que supe desde los quince años, cuando decidí que mi mejor amigo fue mi pareja. Allí me di cuenta de que me gustaban los hombres. Me informé, investigué, busqué libros y gente. Parte de mi familia viva en EE.UU. y en Europa y ellos me ayudaron. Allí arrancó toda esta gran y maravillosa aventura. Conocí Afirmación por Internet hace más de cinco años. Nunca olvido que la primera imagen que encontré fue la de Moroni con la bandera de la diversidad de fondo. Seguí viviendo mi vida y mi sexualidad. Hice la misión sin problemas, pero tuve la desafortunada experiencia que un compañero de misión se suicidó: no era capaz de decirle a su familia sobre su orientación, y antes de regresar a casa prefirió terminarlo todo. Con esa experiencia me prometí que lucharía más por los derechos de la población LGTB, en especial los miembros de la Iglesia.
Tú eres psicólogo clínico. ¿Cuál es tu opinión de psicólogos o terapeutas que dicen que pueden “ayudar” a la gente a cambiar su orientación sexual?
Los terapeutas que dicen que pueden cambiar la orientación mienten y traicionan el juramento del terapeuta de respetar al ser humano. La homosexualidad no es una enfermedad, sino una orientación. Ellos dicen que cambiar la orientación de alguien es como reprogramar una computadora, pero la verdad es que la orientación sexual es algo que está profundamente arraigado en el individuo. Se pueden cambiar las apariencias y controlar las conductas, pero en el fondo la orientación sexual no se puede cambiar.
Recientemente ha empezado a trabajar de voluntario en el Centro Comunitario GLBT de Bogotá. Cuéntanos algo acerca de esa experiencia.
Una de las experiencias más maravillosas que la vida me ha ofrecido es la de poder ayudar a alcanzar todo su potencial a la población LGBT en Colombia, y en especial en Bogotá. En el Centro tenemos voluntarios que son coordinadores, líderes, guías y apoyo a cientos de miembros de nuestra comunidad. Sin embargo, siempre hace falta más trabajo, más apoyo, y manos que ayuden. Los voluntarios y al equipo de trabajo del Centro son gente de lucha y verdaderos héroes.
En tu opinión, ¿Cuáles son los problemas más serios que ver a la juventud gay colombiana?
Desafortunadamente, la juventud gay en Colombia encuentra más fácil entrar en los estereotipos que ser naturalmente quiénes son. Creo que es algo que ocurre a nivel mundial, no es a nivel solo de aquí. Y aún hay desinformación y homofobia en Colombia, y hay quienes quieren acallar a los líderes o las personas que defienden a los demás.
Si le pudieras hablar a una joven o un joven mormón gay que se siente sol @, deprimid @ o rechazad @ por causa de su orientación sexual, ¿qué le dirías?
Le diría: “Mira la inmensidad de las estrellas y del mundo. Eres especial y único. Vales demasiado. Se te ha dado la oportunidad de ser gay por que tienes el potencial de poder amar a alguien igual que tú. Nunca debes permitir que nadie de arranque una sonrisa del rostro. Jamás dejes que la tristeza entre por tu puerta. Solo encárgarte de abrazar el mundo y de conquistarlo. Recuerda que cuanto más empinado sea el camino, más hermosa será la vista desde la cumbre. Eres grande y maravillos @. Nunca te sientas avergonzad @. A aquellos que te digan que eres menos por ser gay, solo responde que no eres alguien pequeño que busca herir a los demás, sino que eres grande porque has decidido amar a alguien igual a ti. "
¿Te gustaría agregar algo más?
solo quiero decirle a todos que el mundo está a sus pies; conquístenlo, sonrían, y cuando alguien o algo quiera arrancarles esa sonrisa, detengan el mundo, levanten la cara, saquen el pecho delante, y digan: “Yo sí puedo ser feliz y lo haré.