San Francisco
Soy un gay, un pionero veterano que respeta mis creencias mormonas, pero las tomo del amor puro de Cristo, no de lo que alguien dice desde un púlpito. Son nuestras acciones las que afirman quiénes somos, no nuestras palabras.
Ninguno de nosotros podrá volver a mirar a través de una persona sin hogar como si fuera invisible; nunca veremos a una persona acurrucada en una puerta a altas horas de la noche o temprano en la mañana y no tendremos un recuerdo de la noche en que éramos nosotros.
Cuando le relaté toda mi historia, mi obispo se quedó estupefacto. No podía creer lo que estaba escuchando, ni podía creer que la persona que se sentaba frente a él fuera homosexual. No encajo con ninguno de sus estereotipos o ideas preconcebidas.