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Yendo hacia donde nos lleva la vida: Convirtiéndonos en la persona que queremos ser

Dani Jones 2018 Conferencia Internacional

August 16, 2018

Dani Jones es artista de libros infantiles y escritora. Ella consiguió su título como Bachiller de Bellas Artes en la Universidad de Brigham Young Idaho, y ha trabajado con clientes como HarperCollins, Scholastic, Simon & Schuster, y la revista «Friend» de la Iglesia SUD. Es la autora e ilustradora del libro para niños «Monsters Vs. Kittens», «Dinosaurs Vs. Puppies», y «Once Upon a Time There Was a Pig». Actualmente está asistiendo a su barrio en New Hampshire y disfruta siendo parte de la comunidad de Afirmación. Este discurso fue dado como parte de la Conferencia Internacional Anual de Afirmación, que se llevó a cabo del 20 al 22 de julio de 2018 en Salt Lake City, Utah.

Antes que nada, gracias al comité de conferencia por invitarme a hablar. Estoy emocionada de abrir la conferencia y con emocionada quiero decir aterrorizada. He hecho este trato con Dios que si Él me da la oportunidad de hacer algo que sé que me ayudará a convertirme en la persona que quiero ser, incluso si eso me asusta, lo haré porque sé que las cosas que me asustan son probablemente las cosas que me ayudarán más. Por supuesto, este trato se me ha vuelto en contra, porque ahora estoy aterrorizada todo el tiempo. Justo cuando pienso que estoy a salvo y he hecho todo el aprendizaje que necesito hacer, la vida se me viene encima, «¿qué tal hablar frente a cientos de mormones homosexuales?» Sabía que tenía que decir que sí, porque sabía que esto era importante y porque había pasado demasiado tiempo sintiéndome como si estuviera sola como mormona gay.

Asistí a mi primera conferencia hace dos años y no tardé mucho en enamorarme de la comunidad de Afirmación. Mi parte favorita de estar entre ustedes es escuchar todas sus historias. Así que esta noche pensé en compartir mi historia y espero que resuene en algunos de ustedes.

He amado el arte desde que tengo memoria. Cuando fui a la escuela, no tenía intención de convertirme en ilustradora porque, por supuesto, la sociedad te dice que los artistas son pobres y pasan hambre. Así que crecí pensando que conseguiría un trabajo real en algo como medicina, negocios, computadoras o algo así. Pero la única dirección que sentí que realmente podría hacerme feliz era el arte. Entonces, en la universidad, tuve que tomar una decisión. ¿Arriesgo todo y obtengo un título de ilustradora o dejo el arte por algo más práctico? Sabía que obtener un título en arte pondría mi vida en una dirección poco convencional. Era la dirección de la cual me dijeron que me dirigiría a la decepción. ¿Podría ser lo suficientemente fuerte como para romper con una vida no convencional con el fin de hacer lo que sabía que me haría feliz?

Cuando me gradué, tropecé con varios grandes obstáculos. Primero, no tenía idea de cómo iba a hacer que una carrera artística funcionara. Segundo, pasé por una crisis de fe. En tercer lugar, tengo casi cero vida social o de citas. Recuerdo este momento cuando estaba sentada en mi escritorio, en mi habitación, y no tenía dinero, ni Dios, ni amigos. Estaba sola, me superaba la desesperanza. Fue como si la oscuridad me envolviera. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que en todas partes en las que Dios me ha guiado durante los años siguientes estuvieron en relación directa a ese momento.

En mi vida, puedo señalar varias veces en las que pude sentir una fuerte sensación tirando de mí. Como mormones, diríamos que sentí el Espíritu. Era como un pensamiento que ocupaba mi mente constantemente o algún sentimiento que me llevaba a tomar una determinada acción. Sentía fuertemente que había alguna fuerza trabajando fuera de mí y ayudándome.

Una vez, cuando estaba en la reunión sacramental, sentí uno de estos impulsos y me preguntaba cómo iba a hacer que este trabajo artístico funcionara. Me llenó de un sentimiento de paz y lo recuerdo porque era un sentimiento muy específico de coraje en el que todo lo que me había preocupado parecía tan fácil. Nunca me olvidaré de esa experiencia. Creo que Dios me estaba poniendo a prueba en ese momento para ver si tenía la humildad de escuchar y el valor para actuar en consecuencia. Ese pequeño empujón fue suficiente para empujarme a través del miedo. Poco después, pude hacer algunas cosas que me dieron el trabajo de mi primer libro infantil. He tenido muchos altibajos desde entonces y hay días en los que no estoy seguro de haber roto el estereotipo de artista hambriento, pero he seguido sintiendo la guía de Dios en mi camino.

La segunda gran inspiración que sentí en mi vida fue la Iglesia. Crecí sintiéndome realmente como si no perteneciera al mormonismo porque todos los demás parecían tan perfectos y diferentes a mí, y luché por sentir cualquier tipo de testimonio a lo largo de mi vida. Después de que salí de BYU Idaho y estaba en casa, llegué a este punto en el que tenía que decidir por mí misma si quería ir a la Iglesia o no. Para ser honesta, había esperado este momento toda mi vida; este momento en el que simplemente me alejaría de la Iglesia. Pero, por alguna razón no lo hice, y los domingos asistir a la Iglesia fue realmente un desafío para mí. Me sentí increíblemente sola y no estaba segura de por qué estaba allí, aparte de sentir ese fuerte tirón.

Lo más profundo que recuerdo de estos años es cómo Dios me empujó a todo tipo de relaciones, ya sea con personas con las que trabajé en llamamientos, o con niños a los que enseñé en primaria y mujeres jóvenes, o amigos que se acercaron y me sirvieron. Un domingo entré en mi barrio y me di cuenta de que estaba rodeada de familiares. No quiero decir que gané un testimonio porque hice amigos. Fue un reflejo de la transformación que estaba sucediendo dentro de mí. Me acordé de esa chica que estaba sentada en su habitación desesperada hace años. Ella era el tipo de persona que odiaba a las personas y odiaba su vida y estaba molesta con Dios. Para mí, la transformación fue nada menos que un milagro. Fue un momento en que tuve que abrirme y servir a las personas que me rodeaban y conocer, de primera mano, el poder de la expiación de Jesucristo. Por primera vez, sentí que tenía un testimonio en el que creía, y que salieron todas las partes buenas que estaban escondidas dentro de mí. Pude pasar de ser una reclusa solitaria a ser hermana, hija, maestra y amiga.

Les cuento todo esto para que puedan entender que mi relación con la Iglesia y la comunidad mormona nunca fue algo que diera por sentado porque era algo realmente merecido. Realmente me hizo una persona mejor, más fuerte. Entonces, cuando finalmente admití que era gay, pensé que podría perderlo todo.

Aquí está la tercera gran inspiración de mi vida: salir del armario. Mi fe se hizo añicos porque ya no sabía qué creer y me pregunté si todas esas veces había sentido que el Espíritu era falso. Sabía que salir cambiaría la naturaleza de todas mis relaciones de maneras torpes y quizás negativas. En ese momento, todos estaban debatiendo cosas como elecciones, igualdad de matrimonio y argüían acerca del uso de los baños públicos, políticas de la Iglesia y la epidemias de suicidios. Quiero decir, todavía lo estamos. El mensaje que recibí de las comunidades SUD y LGBTQ fue que no pertenecía al mormonismo. Eso fue devastador para mí porque trabajé tanto para crear una vida para mí en la Iglesia. Pero también sentí un tirón muy fuerte para salir del armario, tan fuerte que sentí que mi vida dependía de ello. Entonces, me preparé para tomar el camino, el único camino que creía que estaba delante de mí. Me preparé para salir de la Iglesia.

Me hice una pregunta que ayudó a cambiar el curso de mi vida. Fue simplemente, «¿Y si de todos modos sigo yendo a la Iglesia? ¿Qué pasa si no estoy de acuerdo con las políticas de la iglesia y qué pasaría si mis líderes y todo mi barrio supieran que soy homosexual? ¿Qué pasa si decido salir en citas? ¿Qué pasa si me etiquetan como diferente o mala? ¿Qué pasa si pierdo a algunos de mis amigos? Pero, ¿y si siguiera yendo a la Iglesia de todos modos, y no por rebelión o por la aprobación de otros, sino porque quiero estar allí?».

Esa pregunta eliminó gran parte del conflicto que estaba sintiendo porque me dio la oportunidad de forjar mi propio camino. No tuve que descartar mis experiencias espirituales y no tuve que separarme de mi congregación. Y fue un poco más fácil dejar de lado los mensajes dañinos que recibía de mi religión. A pesar de las consecuencias, lo que más me importaba era mi relación personal con Dios. También sabía que ser honesta con mis amigos mormones era algo que podía hacer para ayudar a cerrar la brecha entre estas comunidades. Sentí fuertemente que esto es lo que necesitaba hacer.

No quiero invalidar las decisiones que otros hicieron, cuando decidieron no quedarse en la Iglesia. Definitivamente no soy yo quien dicta qué cosa es mejor. Solo digo que era ese el equilibrio correcto que yo necesitaba. Me dio la confianza de apoyarme en Dios y la paz para vivir la vida tal como se me presenta.

Mis relaciones ciertamente cambiaron después de que salí del armario, pero no del modo que pensaba. Resulta que ser más abierta y vulnerable acerca de mi vida fortaleció todos los lazos que tenía a mi alrededor. No quiere decir que he estado libre de incomodidad o desacuerdo, pero, en general, he descubierto que las personas se han acercado más a mí, en lugar de alejarse. Estoy continuamente sorprendida por eso.

El tema de esta conferencia es «Caminar juntos», y creo que es realmente un mensaje apropiado con respecto a mi historia porque creo firmemente que Nuestro Padre Celestial me ha dado un mensaje muy específico de que mi poder personal está en mis relaciones. No puedo permitirme separarme de las personas que amo porque son lo que me construyen. Ahora, después de salir, siento que esos roles comienzan a revertirse, donde no solo estoy tomando fuerza de otras personas, sino que ahora, por primera vez, siento que soy mi verdadero ser completamente y que puedo dar de mi fuerza.

Todos vivimos en una situación bastante unidireccional. Idealmente, nuestra Iglesia, nuestras familias y nuestra comunidad nos aceptaría abiertamente con los brazos abiertos, pero todavía no es el caso. Pero todos tenemos ese poder en nuestras relaciones. He visto el efecto que muchos de ustedes en esta audiencia han tenido en los corazones de sus padres, sus cónyuges, sus hijos, los miembros de su barrio y los líderes de su Iglesia. Cada uno de ustedes ha tocado la vida de muchas otras personas. Cada vez que te permitas ser un poco más valiente y vulnerable, permite que la gente entre y fortalezca los lazos que te rodean. Eso no quiere decir que todas las relaciones sean buenas o cómodas y no pretendo sugerir que deberíamos permanecer en relaciones que son dañinas. Sin embargo, en medio de nuestras pérdidas tenemos el poder de encontrar nuevas relaciones en lugares como aquí, en Afirmación. Nuestros esfuerzos por ser fieles a nosotros mismos, incluso cuando es incómodo y doloroso, no son en vano, porque ese conflicto puede generar una nueva conciencia y así es como avanzamos.

En el libro, «La historia sin fin (La historia interminable, en España)», el personaje principal, Bastian, se ve transportado a este mundo mágico de Fantasía. Para regresar a casa, se le da una instrucción simple. Eso es, «Haz lo que quieras». En sus aventuras, se encuentra con este sabio león místico. Y le pregunta al león: «¿Qué supones que significa ‘Haz lo que quieras’? Eso debe significar que puedo hacer cualquier cosa que me apetezca. ¿No crees?» Pero el león responde: «No, significa que debes hacer lo que realmente quieres y nada es más difícil, es lo más peligroso de todo y requiere la mayor honestidad y vigilancia porque no hay otro viaje en el que sea tan fácil perderse para siempre’».

Nosotros, vivimos esto en esta incómoda intersección de sexualidad, identidad y religión, nos vemos forzados a hacernos algunas preguntas difíciles sobre nosotros mismos. ¿Qué es lo que realmente queremos? ¿Qué quiere Dios que seamos? Si no somos honestos con nosotros mismos en este viaje, nos arriesgamos a perder nuestro propio valor. Si negamos la oportunidad de otra persona de vivir honestamente, los ponemos en peligro. A través de este proceso, tenemos que acostumbrarnos al hecho de que no todos van a hacer las cosas de la misma manera. Por el contrario, no tengo que hacer las cosas de la misma manera que todos los demás. Dios tiene un plan diferente para cada uno de nosotros, y nos hacemos un gran perjuicio a nosotros mismos si ignoramos las fuerzas que Él nos da para guiar nuestras vidas.

¿Estás dispuesto a vivir una vida no convencional? ¿Estás dispuesto a ser valiente? Ahora me siento enormemente bendecida de ser una mormona gay porque puedo ver la vida, el amor y la fe desde una perspectiva diferente. Puede que esté aterrorizada todo el tiempo, pero también es el tiempo más feliz que he tenido. Si no estamos al menos un poco asustados, entonces no conseguiremos nada.

Mi desafío para ti es que sigas dondequiera que la vida te lleve; ya sea que creas que el tirón proviene de Dios o de tu propia intuición, simplemente síguelo. Todo lo que tienes que estar dispuesto a hacer es tomar esa pequeña cosa que te asusta, pero que sabes que te acercará más a la persona que quieres ser, y lo hará. Al hacerlo, creo que todos podemos lograrlo en nuestro viaje a casa juntos. Gracias.

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