Conferencia de Afirmación 2014 ¿Quién lo diría?
Yo no sabía lo que significaba ser una persona LGBT en un entorno SUD. No conocía la angustia y la lucha que muchos sienten al buscar su lugar en el mundo y su valor propio. Tampoco conocía el papel que desempeñamos a través de nuestra empatía o apatía para reconfortar o contribuir a su depresión y conducta autodestructiva y suicida. Sigo sin conocerlo por completo… pero después del fin de semana pasado en la conferencia anual de Afirmación, tengo una idea mucho mejor y siento mucho más amor y mayor compasión.
Me sorprendió enterarme de una importante red de grupos LGBT dentro de la comunidad mormona, así como la existencia de algunos barrios y líderes que han acogido activamente a las parejas LGBT. Obviamente no es algo que forme parte de la discusión en los círculos mormones tradicionales. Por desgracia, yo sé que la gente en mi comunidad ha luchado con su propia fe debido a su orientación LGBT. Curiosamente, y tristemente, su lucha no es tanto el resultado de tratar de hacer frente a las ideas contradictorias sobre moral y religión, sino más bien como un resultado de la apatía, el ridículo, el fanatismo y el juicio por parte de líderes desinformados, miembros y a veces, las familias. Hay todavía hoy familias “mormonas” que les dicen a sus hijos que no pueden jugar con sus vecinos, por no ser miembros. Imaginen este tipo de conversación y la angustia permanente y devastación irreparable si la conversación fuera sobre sus hijos e hijas LGBT…
Resulta que hay hombres y mujeres jóvenes que al descubrir que tienen atracción por su mismo sexo luchan por comprender su propio valor, y que han sentido el descontento y el rechazo de su propia comunidad y familia. Algunos de ellos viven en las montañas alrededor de Salt Lake y la zona de Ogden, ya que, literalmente, no tienen un lugar al que recurrir. Se han quedado sin hogar en nombre de la moral, la religión y la tradición. Incluso en el siglo XXI la moral, la religión y la tradición, todavía pisotean la decencia humana básica y el mensaje del Evangelio de amor universal.
Algunas personas llaman a eso un “estilo de vida”. ¿Qué tipo de estilo de vida sería esa? El estilo de vida de ser rechazado por aquellos que amas y que se supone deberían brindar amor, apoyo y protección? ¿Qué estilo de vida puede escoger un niño cuando él o ella se siente un extraño en su propio cuerpo o en su identidad culturalmente construida y sólo asocia su propia identidad con el sexo opuesto? Esos no son sentimientos e inclinaciones que se puedan apagar o alejar por medio de oración y ayuno. Tampoco pueden serlo los sentimientos de atracción, sea cual sea ésta. Estos sentimientos son fisiológicamente expresados, trazados, comportamientos programados que no se pueden borrar o modificarse a voluntad. ¿Es de extrañar por qué la mayoría de la gente, en esas circunstancias, caerán en una profunda depresión y un estilo de vida autodestructivo? ¿E incluso el suicidio? o ¿Por qué iban a enojarse con el dios que les presentamos? Uno que es odioso y vengativo, que los ve como una abominación de la naturaleza.
Después de toda de nuestra indignación de cristianos justos, resulta que somos responsables en gran parte de esta tragedia. Tanto en el discurso y la práctica, parecemos incapaces de empatizar con la gente que es diferente a nosotros… porque sentimos que Dios nos creó superiores y más perfectos que ellos. Esto no es nada nuevo. Ese sentido de auto-importancia y superioridad siempre ha existido, especialmente en medio de un pueblo que cree ser “el elegido”. Muy a menudo no nos damos cuenta de que el título no es porque seamos mejores o más dignos. Como resultado, sentimos que Dios nos justificará si odiamos, perseguimos, amamos a medias o si sacamos nuestro libro de conducta moral y señalamos el pecado en el nombre del Todopoderoso. Este fanatismo religioso es a la vez una farsa y una tragedia y el mundo de hoy debería utilizarlo cada vez menos.
Por esta y muchas otras razones, he estado muy cerca de hacer lo que muchos de mis hermanos y hermanas LGBT han hecho: tirar al bebé junto con el agua de la bañera, por así decirlo. Si mi fe condena a personas generosas, compasivas, amorosas y que perdonan y promueve la intolerancia en nombre de una moralidad superior o incluso en nombre de como debería verse la familia mormona perfecta, esta tradición de fe no es la tradición que adopté y que tanto he amado. Esta fe ha sido minada por el miedo, la ignorancia y el orgullo. No es lo que soy o quiero ser. Ciertamente, no es el Dios en el que creo.
Aquí es donde he estado y donde estaba cuando entré en la conferencia de Afirmación este fin de semana. Una gran cantidad de ira y resentimiento hacia lo que había llegado a considerar un gran negocio con agendas políticas más que una iglesia humilde que ama a Dios. Una organización que, a veces, parece más interesada en atender las necesidades de aquellos que han fallecido que las necesidades, angustias y luchas de los que están con vida. Lo que sucedió después fue muy inesperado. ¡¿Cómo podrían las mismas personas a las que sentía que tenía que defender, los oprimidos y discriminados, sentir tan fuertemente la necesidad de preservar su tradición de fe?! ¡¿Cómo es que era yo el frustrado con la disonancia cognitiva y no ellos?! ¿Cómo puede ser eso? Yo estaba muy asombrado por la cantidad de amor, aceptación, amistad y apoyo que sentí. Aquí estaba, justo en frente de mí, esa humilde reunión de los santos de los últimos días que habían aprendido a amar. Esta fue la familia de la iglesia que yo conocía. Aunque no conozco a ninguno de ellos, sentí tantas emociones tan poderosas que cambió mi perspectiva en muchos sentidos. Me recordó que de hecho hay muchas cosas bellas acerca de nuestra fe y me dio un atisbo de esperanza. También me ayudó a darme cuenta de que no hay ningún propósito en centrarse en lo negativo y en las imperfecciones. La iglesia se compone de personas que vienen con su propio punto de vista cultural y su propia experiencia de vida. Es lo que es y depende de mí hacer lo mejor de ello. Al final, me sentí inspirado de una manera en que no me había sentido desde hace muchos, muchos años. Será un largo camino… pero ahora tengo una visión de esperanza y estoy agradecido por ello. Por eso doy gracias a mi nueva familia y comunidad de aliados y LGBT.