La homosexualidad y las escrituras desde una perspectiva SUD #2
El antiguo testamento
La Biblia podría ser suficiente condena si se refiriera a la homosexualidad tal como la definimos hoy en día, pero parece ser que se refiere a una diferente gama de prácticas que se relacionan sólo marginalmente con la homosexualidad o no tienen nada que ver con ella. Los profetas estaban familiarizados con la homosexualidad. Raphael Patai señala que era una práctica común entre los hebreos (Patai, pág. 169). Los libros proféticos del Antiguo Testamento, es decir, aquellos escritos por los profetas mismos, no mencionan ni condenan a las personas ni a los actos homosexuales. (Edwards, pág. 64).
La literatura sacerdotal del Antiguo Testamento usa la palabra hebrea qadêsch y su plural qadeschîm no más que seis veces, y siempre en relación a la idolatría (Deuteronomio 23:17; 1 Reyes 4:24; 15:12; 22:46; 2 Reyes 23:7; Job 36:14). La palabra se refiere en realidad a los hombres prostitutos que trabajaban en el templo, y la Versión Reina-Valera (1995) traduce incorrectamente como «sodomita(s)». Hoy en día se acepta ampliamente que un qadêsch era un hombre devoto a una religión pagana que participaba en ritos sexuales de la fertilidad, probablemente con otros adoradores masculinos. Algunos de los qadeschîm fueron voluntariamente castrados, lo que haría que el rito sexual con ellos fuera más eficaz que con una mujer prostituta, ya que involucraba un sacrificio. Tales prostitutos eran comunes en la antigüedad, al igual que sus contrapartes femeninas, las qadeschôhth (que se traduce como «ramera» en la Versión del Rey Jaime). Ellos eran parte integral de la idolatría que dominaba al mundo antiguo. La condena era contra la idolatría que dichos ritos homosexuales y heterosexuales expresaban (Deuteronomio 23:17-18). La condena de la idolatría es ciertamente un tema frecuente del Antiguo Testamento.
En el libro de Levítico hay dos versículos que proscriben los actos de homosexualidad masculina, tanto ritualísticos como domésticos:
«No te acostarás con varón como con mujer; es abominación». (Levítico 18:22.).
«Si alguien se acuesta con otro hombre como se hace con una mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos: sobre ellos caerá su sangre». (Levítico 20:13.).
Estos textos también pertenecen a la tradición sacerdotal. Levítico no fue compuesto por Moisés, y no alcanzó su forma definitiva sino después del año 539 a. de J.C., al fin del exilio babilónico. Aunque Moisés proveyó el Código de Santidad sobre el cual se basa Levítico, el libro, en su condición actual, fue elaborado por sacerdotes reformistas y no
apareció hasta seis siglos más tarde (Biblia de Jerusalén, pág. 5). Las palabras exactas de esas proscripciones, con su amplia condenación de las relaciones sexuales entre hombres, refleja definitivamente las preocupaciones culturales del judaísmo post-exílico y no la de los hebreos pre-exílicos.
Es bien sabido que los hebreos cautivos fueron influidos en cuestiones legislativas por la nación conquistadora. Cuando los persas conquistaron a los babilonios en el año 539 a. de J.C., a Israel se le permitieron algunas libertades políticas y religiosas, pero el zoroastrismo, que era la principal religión persa, condenaba severamente la homosexualidad doméstica. Se cree que Ciro I había sido zoroastriano. Un pasaje sobre los actos homosexuales en el Vendidad, un libro de sus escritos sagrados, presenta una extraña similitud con los textos del Levítico. ¿O será más bien que Levítico copió al Vendidad? Todo esto sugiere que Levítico recibió una fuerte influencia extranjera (Horner, págs. 78-81).
La actividad homosexual entre mujeres no está prohibida en Levítico ni en ningún otro lugar de la Biblia (Romanos 1:26-27 condena la conducta de ciertas mujeres y de ciertos hombres, pero realmente no prohibe los actos homosexuales). Posiblemente los hombres hebreos no le dieran mucha importancia a las actividades eróticas femeninas que no incluyeran a los hombres. Yo creo que dicha omisión revela más que nada el androcentrismo (la supremacía masculina) tan propio de la época. Para mí, esto sugiere persuasivamente que los textos han sido alterados. La mentalidad hebrea siempre concebía sus ideas en pares binarios, es decir, en pares análogos o complementarios. Si la intención original fue la de condenar la homosexualidad en general, y no sólo la masculina, ¿cómo se explica que no haya una referencia análoga al lesbianismo? En cambio, si la intención fue prohibir la prostitución ritualística de los hombres, como en Deuteronomio 23:17-18, entonces la omisión de las mujeres es razonable. Los que iban a los templos y tenían relaciones con prostitutos y prostitutas eran siempre hombres. Ninguna mujer hebrea habría tenido libertad o movilidad para frecuentar los prostitutos de templo, de manera que no existía un paralelo.
También es notable en los textos del Levítico el uso de la palabra “abominación” o, en hebreo, to’ebâh. George Edwards cree que la palabra hebrea es un término técnico que se refiere al pecado de idolatría (Edwards, pág. 51). El tema de la idolatría está implícito, pero queda confirmado cuando examinamos el contexto de Levítico 18:22. Lo precede una condenación del sacrificio de infantes al dios Moloc (versículo 21) y le sigue una prohibición contra la bestialidad (versículo 23), la cual estaba también conectada con la adoración idolátrica, es decir, con el culto egipcio del carnero.
En conclusión, es muy probable que Moisés, en esas secciones del código, originalmente se haya limitado a condenar solamente la prostitución masculina ritualística. Eso estaría en armonía con la tradición profética. Y aun si él hubiera sido el autor de estos estatutos, en la forma que hoy los tenemos, nosotros creemos que la Ley Mosaica fue cumplida en Cristo.
Si insistimos en cumplir lo que la Ley dice sobre los actos homosexuales, entonces, lógicamente, estamos obligados a resucitar la Ley Mosaica íntegramente, incluyendo las ofrendas quemadas (Levítico 1-7), la circuncisión (Levítico 12:3), el matrimonio de levirato (que establecía que el cuñado de una viuda sin hijos debía casarse con ella para «levantarle simiente» al difunto; Deuteronomio 25:5-10), la prohibición de relaciones heterosexuales durante la menstruación (Levítico 15:24; 18:19), la pena de muerte para quien maldiga a su padre o a su madre (Levítico 20:9), y muchas otras prohibiciones levíticas contra comer mariscos (Levítico 11:12), o el fruto de un árbol de menos de tres años de edad (Levítico 19:23), o de afeitarse la barba (Levítico 19:27), así como también el vestir ropas hechas de fibras mezcladas (Levítico 19:19), etc. O bien son todas válidas en conjunto, o bien han sido sustituidas por el Evangelio.
Existe muy poca razón para condenar a los homosexuales por la historia de Sodoma en el capítulo 19 de Génesis:
«Pero antes que [los dos ángeles] se acostaran, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, gritando: —¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, cerró la puerta tras sí y dijo: —Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. Mirad, yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las traeré y podréis hacer con ellas lo que bien os parezca; solamente que a estos varones no les hagáis nada, ya que han venido al amparo de mi tejado» (Génesis 19:4-8).
¿Qué fundamento tenemos para suponer que los hombres de Sodoma que deseaban «conocer» a los ángeles visitantes eran gais y no heterosexuales intentando un acto de agresión fálica? Si no fuera así, el ofrecimiento de Lot de sus dos hijas no tendría sentido. La agresión fálica era ampliamente practicada por los conquistadores en el mundo antiguo. Era una práctica de humillación y sojuzgamiento que consistía en una penetración anal forzada. Sodoma era muy conocida por la manera criminal en que trataba a los viajeros (Libro de Jaser, capítulo 19).
La referencia en la Versión de José Smith, también conocida como la Versión Inspirada, difiere significativamente de la Versión del Rey Jaime:
«… Este hombre vino para habitar entre nosotros, y ahora quiere hacerse juez; le haremos más mal a él que a ellos. Por tanto dijeron al hombre: Tomaremos a los varones, y también a tus hijas; y haremos con ellos como bien nos parezca. Y esto era conforme a la iniquidad de Sodoma. Y Lot dijo: He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; permitidme, os ruego, suplicar a mis hermanos que no os las saque yo afuera; y no haréis de ellas como bien os pareciere» (Génesis 19:10-13, Traducción de José Smith).
En este relato, los hombres de Sodoma también amenazan con realizar una violación heterosexual si Lot no coopera. Si aceptamos la Traducción de José Smith, una interpretación exclusivamente homosexual se hace todavía menos plausible.
Es erróneo pensar que el motivo de la destrucción de Sodoma fuera una homosexualidad desconsolada. En primer lugar, Sodoma era una ciudad floreciente, lo que significa que había una abundante actividad heterosexual. Pero sobre todo, todas las subsecuentes referencias bíblicas al pecado de Sodoma, por Jesús y los profetas, dicen que el orgullo y la inhospitalidad fueron las razones principales de su destrucción.
En una sociedad nómada como la de los hebreos en el desierto, la responsabilidad de compartir los bienes cotidianos con los viajeros frecuentemente era una cuestión de vida o muerte. La gente de Sodoma solía robar, torturar y asesinar a los extranjeros que viajaban a través de la llanura. Ezequiel 16:49-50 señala que el orgullo y la falta de hospitalidad eran sus principales pecados, con énfasis secundario en las to’ebôhth (abominaciones idolátricas). En Mateo 11:24, Cristo amonesta las ciudades que han rechazado sus enseñanzas y dice que será más tolerable el castigo para Sodoma en el día de juicio que para ellas. En Génesis 19, como en Mateo, el tema es el rechazo de los mensajeros divinamente comisionados y el intento de ejercer actos de violencia contra ellos.
Este es un trabajo del hermano Brus Leguás, que nos ha dado permiso para compartir con todos ustedes. Por causa de que es bastante extenso vamos a publicarlo por capítulos, siendo este el capítulo dos, con especial atención a los versículos que habla de la homosexualidad en el Antiguo testamento.
En el próximo capítulo de este estudio vamos a publicar lo que el Nuevo Testamento declara acerca de la homosexualidad y analizaremos cada uno de los versículos.
Encuentra la primera parte de este estudio aquí:
https://afirmacion.org/la-homosexualidad-y-las-escrituras-desde-una-perspectiva-santo-de-los-ultimos-dias/
Y la tercera parte aquí:
https://afirmacion.org/la-homosexualidad-y-las-escrituras-desde-una-perspectiva-sud-3/
Puedes leer un estudio que hemos publicado acerca de la prostitución masculina que habla Deuteronomio 23:17:
https://afirmacion.org/sodomita-y-consagrado/